sábado, 27 de febrero de 2016

Un muerto y dos crímenes

El cadáver de “La José” apareció tirado en una zanja. El cráneo estallado, presumiblemente a golpes.  La columna partida en mil pedazos y la cara llena de tajos. No hay que ser un investigador muy astuto para darse cuenta de que es un crimen de odio. Quien la mató la odiaba y mucho. Pero ese odio la volvió a matar a las pocas horas cuando su caso se conoció en la tapa de un diario.

Sobre Miguel José Salazar Marturano (32) se dijo de todo. Que había sido víctima de una banda de cazatravestis, que era un “peruano vestido de mujer” y que había sido violado. Informantes e informadores pueden caer también en las garras del odio a la diversidad sexual. Este parecería ser el caso.


Los investigadores del crimen de “La Josè” en Florencio Varela determinaron que la víctima ocasionalmente se vestía de mujer e investigan si ese fue el motivo del ataque, ya que no se trató de un robo ni de un ataque sexual, informaron fuentes judiciales y policiales.

Las fuentes dijeron que fue atacado a golpes, aunque no fue víctima de una violación, como inicialmente sospecharon los pesquisas al hallar el cadáver vestido de mujer y en la vía pública.

Es que en el transcurso de la pesquisa, los investigadores descartaron que se tratara de una travesti do que ejerciera la prostitución y establecieron que ocasionalmente, y sólo para salir de noche, se vestía con ropas de mujer, una práctica conocida como "cross dressing".

"Él iba a su trabajo y a reuniones de amigos siempre vestido como hombre. De vez en cuando, para ir a bailar, usaba prendas femeninas", explicó un vocero judicial, quien agregó que al momento de ser hallado muerto, Salazar vestía una pollera corta, zapatos con taco y una musculosa.

El crimen fue descubierto la madrugada del domingo último, cuando a raíz de un llamado al 911 la policía de la seccional segunda de Florencio Varela llegó al cruce de las calles 513 y 542, alertada por la existencia de un cadáver.

Un vocero policial que interviene en la pesquisa dijo que inicialmente se determinó que la víctima presentaba lesiones contusas en la cabeza y en distintas partes del cuerpo, aunque como no llevaba documentación encima no pudo ser identificada y su cuerpo fue trasladado a la morgue judicial de Ezpeleta.

Como el hombre vestía prendas femeninas, y en pos de lograr su identificación, la Policía comenzó a buscar sin éxito alguna pista sobre él en el circuito de la noche, de travestis y de la prostitución, dijeron las fuentes.

A última hora del domingo, una mujer de 60 años se presentó en la seccional primera de Florencio Varela para denunciar la desaparición de su hijo, quien había salido la noche del sábado a bailar a un boliche de la zona y no había regresado.

Ante la sospecha de que podía tratarse de Salazar, se realizó un reconocimiento en la Morgue Judicial, donde la víctima fue identificada por sus familiares.

Los voceros dijeron que, tras tomar declaraciones a allegados al hombre asesinado, la titular de la Unidad Funcional de Instrucción descentralizada 3 de Florencio Varela, Gisela Olszaniecki, estableció que Salazar había salido esa noche a un cumpleaños con un grupo de amigos y que luego regresó a su casa, se vistió de mujer y volvió a salir con intenciones de ir a bailar a un boliche de la zona.

En base a las declaraciones de los familiares, se determinó que la víctima trabajaba en una empresa de limpieza y que no era habitual que saliera a la calle vestida de mujer, sino que eso lo hacía esporádicamente y en ocasión de ir a bailar.

La fiscal descartó inicialmente que Salazar haya sido víctima de un robo, ya que al salir de su casa no llevaba celular ni otras pertenencias, y también desestimó que ejerciera la prostitución.

Una pista que se sigue es que el ataque haya estado motivado por odio sexista a raíz de que iba vestido de mujer o que haya tenido algún conflicto personal con algún conocido, lo que se procuraba determinar.

Con ese fin, en la fiscalía aguardaban las declaraciones de los amigos que salieron esa noche con la víctima y las cámaras del boliche al que supuestamente concurrió esa noche.

Además se esperaban los resultados finales de la autopsia, mediante la cual ya se descartó que haya sido víctima de un abuso sexual.

La Jose trabajaba de limpieza en la Casa del Niño y del Adolescente de la Boca. Le gustaba cocinar y diseñar su propia ropa: una vez fabricó quince delantales que repartió entre los chicos y las maestras de la institución. Tenía buena relación con todos, preparaba tortas de cumpleaños, colaboraba en las clases sobre cultura africana -explicaba las diferencias de los Orishas, espíritus y dioses de la religión yoruba- y los viernes regalaba budines de pan. “Era absolutamente sincera con nosotras, siempre nos hablaba de sus sueños y deseos. Quería ser cocinera” dijo a Cosecha Roja Analía Vera, una de las directoras de la Casa de la Boca.

La hermana de La Jose fue la primera en advertir que su hermana no aparecía durante la tarde del domingo. Ambas eran hijas de un matrimonio de peruanos instalados en la zona sur del Conurbano hace varios años, nacidas en la Argentina. Fue ella quien reconoció el cuerpo por la marca de una operación de apendicitis.

El crimen de la Jose no alcanzó. Algunos medios titularon “conmoción por cazadores de travestis” hicieron foco en la nacionalidad y hablaron de un “hombre vestido de mujer” o “travesti peruano”. La Organización Trans La Plata repudió los términos con que la prensa Crónica trató el crimen: “El diario Crónica vuelve a cargar sus tintas sobre nuestros cuerpos y sexualidad diversas con discursos discriminatorios y xenófobos”, escribieron.

infosurdiario.com.ar

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