domingo, 31 de mayo de 2015

La abuela Rosa cumplió 103 años y hasta se animó al baile en su fiesta



El 25 de mayo, Rosa María Ibarra cumplió 103 años. La abuela Rosa, como la llaman, sumó 3.7615 días de vida, es decir 102 años menos que el primer gobierno patrio y 96 años menos que la declaración de la Independencia Argentina, que el próximo año cumplirá 200.
Para las 22 del domingo 24 de mayo, más de una docena de autos ya habían estacionado en los alrededores de la sede de la Asociación Vecinal 6 de Junio en el barrio Villa del Plata. Adentro, unas 250 personas, entre ellos los 5 hijos de Rosa, sus 25 nietos, 25 bisnietos y 7 tataranietos, y demás parientes y amigos, comenzaban a comer lo que el asador –un sobrino de Rosa- tenía marchando desde las 18 de ese día: 80 kilos de asado, entre vacío y costillitas de ternera, unos 30 kilos de chorizo de cerdo casero y otros 15 kilos de pollo. Antes comieron empanadas. Para la ocasión, prepararon 990 y tardaron dos días: 7 personas prepararon el relleno y otras 15 las repulgaron.
La gente estaba sentada en unas sillas de color blanco, contra las mesas vestidas con manteles plásticos algunas alineadas en forma vertical y otras no tanto, en el salón de la 6 de Junio. Rosa comía pollo asado en la mesa principal cubierta por un mantel con estrellitas impresas. Arriba el plato con pollo, paneras, servilletas, vasos y gaseosas.
La abuela vive su gran momento expectante, emocionada. Todo aquel que pasa por la mesa principal en la que ocupa el lugar central, la saluda, le da un beso, se emociona, la abraza. Rosa tiene el pelo negro, prolijo y peinado, usa lentes que nunca se saca y aros. Viste un pantalón marrón con un saco negro de paño con ribetes rojos y arriba un sobretodo también marrón. Luce en su cuello una pañoleta con flores y tiene puesto en los pies unas botitas color negras. La noche estaba fresca se sentía el frío en el salón.
– Es una alegría, no faltó nadie para el cumple de mi mami –dijo Elsa, la hija menor de Rosa que tiene 60 años. Juntas viven en Cruz Alta, al este de Tucumán, aunque la abuela es de Los Pirpintos Santiago del Estero, después de que falleció su esposo Francisco Campoya en 1984, Elsa se la llevó a vivir con ella en 1987.
-Cumplí 103 años y estoy muy feliz con mi familia. Me cuidan, me aman y yo también los amo –confiesa la abuela otra vez emocionada.
Dice que sus días en Cruz Alta son apacibles, serenos. Antes solía recorrer la huerta que cuidaba en su casa de Los Pirpintos y de la que cosechaba verduras para la sopa y el puchero, pero ahora solo disfruta de la vida sin apuros.  -No me dejan levantarme temprano aunque quiera. Yo veo el sol del amanecer y quiero hacer cosas en la casa, pero me lo prohibieron, así que espero nomás que me atiendan –cuenta.
Rosa valora lo hecho en su vida como un tesoro. Aferrada a la familia y a los buenos hábitos y costumbres, dice que construyó y consiguió lo hecho en 103 años con esfuerzo y dedicación. –Quiero que la juventud tenga trabajo, que estudie, que no baje los brazos. La vida siempre da recompensas. Que se quiera mucho y que ofrezca amor al prójimo –pide la abuela.
Mientras habla, detrás suyo sobre la pared, un telón blanco hace de fondo a una fotografía tamaño grande de su imagen y unas letras de papel de varios colores expresan: Feliz Cumple Abuela Rosa.  Junto a ella estaban algunos de sus hijas e hijos y otros familiares. A un costado, sobre dos mesas, esperan la torta y otros dulces. La delicia más importante está cubierta de crema blanca con retoques rosa. Arriba tiene clavado un número 103 mayúsculo y una maqueta de ella misma de color rojo y blanco. También hay souvenirs: unos portarretratos pequeños que contienen su fotografía en primer plano que llevan su nombre.
Nicolás de 72, Ana de 70, Rosita de 65 y Luis Horacio de 64, son los otros cuatro hijos de Rosa. Raymundo murió hace algunos años a los 66. Nicolás fue el primero en establecerse en Buenos Aires: vivió un tiempo en Laferrere y luego, a los 25 años en 1968, se radicó en el barrio 9 de Julio de Varela. Ahí formó su familia y luego sus hermanos Luis y Rosa, cambiaron también Santiago del Estero por Varela y copiaron el ejemplo. 
–Todos los años le festejamos el cumpleaños a mamá, pero desde que cumplió 99 años siempre fueron más especiales. Es una inmensa alegría y una emoción –cuenta Ana que vive en Isidro Casanova. 
La fiesta sigue y siguió hasta las 6 de la mañana del 25. En Villa del Plata, a orillas del centro varelense, la vida de Rosa se festejó por centésima tercera vez. Siguieron con el baile, zambas y hasta un ballet folklórico ofreció varias coreografías a la agasajada. Fue con alegría, emoción y a pura vitalidad. 

VIVIR MAS Y MEJOR
En nuestro país, hay más de 130.000 personas de más de 90 años. La ciencia y la medicina hizo que al existir más control de los factores de riesgo, la humanidad logró mejorar la calidad de vida y extender la expectativa de vivir más.  En la actualidad, el promedio de vida aumentó en Argentina de 72 a 76 años, en las últimas dos décadas.

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