lunes, 21 de abril de 2014

COMPETIR POR LA GENTE o POR EL CAPITAL?

Una extensa literatura plantea hace décadas la necesidad de construir teorías del cambio y trata de explicar como un territorio puede generar riquezas a partir de sus recursos específicos, varias de las que han sido puestas en práctica, no llegaron a generar el efecto deseado y menos aún lograron generar una reactivación sostenida de la economía que permita combatir la pobreza e indigencia, sea por ser teorías mal fundamentadas o bien por ser aplicadas a ámbitos que brindan respuestas diferentes a lo que se esperaba, sumándose la falta de capacidades de los agentes locales, a pesar de contar con apoyo estatal en su momento inicial. Ello se debe a la persistencia de un gran distanciamiento entre política y sociedad; conocimiento fundado (científico) y decisor político, quién termina siendo la clave del éxito o el fracaso de las políticas públicas, por mejor diseñadas que estas sean, terminan eclosionando en su etapa de implementación.
Cuando en periodos pre-electorales se intenta “hacer algo”, en la práctica no se obtienen resultados óptimos por ser solo un intento para aliviar tensiones sociales surgidas ante fallas de programas de intervención en lo social y ante una carencia de recursos económicos sostenidos en el tiempo, de recursos humanos con valor agregado y uso de técnicas asociadas de evaluación continua “durante” que permita introducir modificaciones “sobre la marcha”, lo que se denomina técnicamente, reingeniería de procesos (un ejemplo actual de fracaso es la política de seguridad de la Provincia de Buenos Aires). Todo proyecto político nacional, provincial o local que apunte al desarrollo, debe contener una visión completa del concepto, en pro de tender a generar mejores políticas públicas y un perfil de Estado local más comunitario y si se quiere asociativo, con capacidad de planificación estratégica y decisional. Las crisis económicas y políticas siempre han significado rupturas y caídas de paradigmas imperantes, con graves consecuencias sociales, aunque a su vez han sido generadoras de nuevas ideas, surgidas en medio de estas crisis, en búsqueda de “una tabla de salvación”, son opciones que permitieron emprender un camino de salida. Hoy Argentina se encuentra transitando un camino de crisis económica, hay un retorno al pasado reciente con el “corralito cambiario”; la intervención casi sin sentido del Estado en los intercambios regionales que generan conflictos con países vecinos; la devaluación de la moneda, la inflación que no llega a controlarse; la perdida del poder adquisitivo de los salarios de los trabajadores, un aumento desmedido de las cargas impositivas, el aumento de la conflictividad social, el intento de limitar la protesta social o criminalizarla, la violación por parte del mismo Estado de derechos constitucionales, el estancamiento del empleo, el aumento de la pobreza y la indigencia, el ingreso a la recesión de la economía y la perdida del nivel de competencia a nivel internacional, son factores que nos vuelven a retrotraer en el tiempo e implica graves fallas en la implementación de políticas públicas tanto en lo concerniente al plano económico como al plano social, cuando se vacía de presupuesto un ente como el PAMI para volcarlo al uso político del ANSESS en miras a mantener una gobernabilidad que cada día se debilita más. No se tomó nota de ideas surgidas en tiempos de crisis que orientadas al sector servicios, crean en las ciudades nuevas modalidades de prestaciones como manera de reactivar la economía; en lo local y regional habían aparecido formas asociativas tales como las huertas comunitarias o las asociaciones de productores que operaban en general sobre el sector primario de la economía diversificando la base productiva existente donde se introducen carnes exóticas (cocodrilo) o productos agropecuarios alternativos como la carne de ñandú, cerdo y conejo; se comienza a dar importancia a esta modalidad y aparecen las incubadoras de empresas dónde son parte las Universidades que aportan el conocimiento y Municipios[1] que apoyan los micro-emprendimientos que de allí iban surgiendo. En Argentina no se diseño un Plan Nacional de Desarrollo, tal como lo hizo Colombia, dónde si bien el contexto era diferente por el acoso de la guerrilla, también había una crisis económica que afectó gravemente a su campo social, generando mayor pobreza e indigencia, sumándose los desplazamientos poblacionales de quienes huían de los lugares de conflicto, en este país, para el periodo 2002 – 2006 se diseño el Plan Nacional de Desarrollo que apuntaba hacia un Estado Comunitario, a efectos de incentivar la participación popular en los procesos de toma de decisiones a nivel regional – local con miras a formular actividades económicamente rentables, con esquemas asociativos y de economías solidarias para el desarrollo productivo de la región y contribuir de esta manera a la reducción de la pobreza[2]. Las crisis político – económicas que eclosionaron en Argentina, generaron la emergencia de nuevos actores sociales que fueron parte de la reactivación de la economía, al generar procesos de desarrollo productivos regionales – locales y fuentes de empleo, combinando en este proceso experiencia, conocimiento del mercado y técnica, tal como “los nuevos capricultores”[3] surgidos en el noroeste de la Provincia de Córdoba, entidad constituida por productores de varias regiones, de diferentes actividades agropecuarias; con profesionales y no profesionales, con empresarios sin ningún vínculo anterior al ámbito rural, diferenciándose del capricultor tradicional, por la nueva concepción estratégica que incorpora la educación y la técnica a la productividad, logrando la reactivación de la capricultura en el noroeste cordobés, contribuyendo a la reactivación económica regional y local. Lo mencionado se puede describir como un proyecto de desarrollo exitoso, aislado de otros proyectos que podrían funcionar de forma similar, no se ve en la práctica – en el periodo anterior ni actual un decidido apoyo estatal, ni la coordinación entre regiones y diferentes proyectos de desarrollo productivos, lo que implica una lentitud de procesos que no contribuyen decididamente a la reactivación económica sostenida, con nuevas fuentes de generación de empleo y por ende de combate a la pobreza, la que hoy vuelve a niveles alarmantes y a una política económica errática que tiende a colocarnos nuevamente en las fauces del capitalismo internacional y sus intereses alejados de las problemáticas sociales. La salida del “corralito” y de la “convertibilidad”, juntamente a la devaluación de la moneda en el mes de enero de 2002, tendieron a frenar por un lado la caída abrupta de la economía y de alguna forma tener tiempo para intentar reactivarla, por otro las consecuencias de la devaluación afectaron directamente al sector productivo que tuvo que cerrar sus puertas o buscar nuevas formas de mantenerse y mantener su producción, algunos lo hicieron con menor productividad y aumento de precios y otros con la misma producción y menor uso de tecnologías, en especial esto se dio en el sector hortícola que abarca la zona denominada como el gran cinturón verde, que se ubica en el Gran La Plata y Abasto, lo que da muestra del empleo de otra metodología -en este caso racional- ante la crisis sufrida[4]. Desde finales del 2007 comenzamos a ingresar en una nueva crisis económica, que por no atenderla, hoy eclosiona con mayor fuerza, afectando al sector productivo de menores recursos económicos, favoreciendo a las empresas multinacionales, como en un retorno al pasado, la causal esta situada en los errores que comete el decisor político, en un diseño equivocado o en una errónea implementación de política pública y en la falta de una reingeniería de procesos que reconozca errores y los corrija. Se puede afirmar que no todas las teorías se traducen en una práctica transformadora de manera visible y generalizada de las realidades locales, el desarrollo local en muchos casos ha sido un mero instrumento de competencia entre lugares para atraer las inversiones del capital global, donde entra a jugar otra cuestión que es ¿competir por el capital o competir por la gente?, para competir por la gente hay que igualar el poder político al económico, eso requiere asociar el conocimiento al quehacer político, planificar estratégica y situacionalmente, en forma democrática, teniendo en cuenta al otro, lo que implica incluir la participación social, la iniciativa popular, fomentar y apoyar procesos de desarrollo no solamente económicos sino humanos, significando agregar a la planificación la dimensión social, medioambiental, cultural y política, apuntando como exprese con antelación, a una economía solidaria y a un Estado Comunitario, como formas alternativas para superar el camino del fracaso permanente y tender a un desarrollo humano sustentable en el tiempo y no a un Estado que hoy busca como limitar la protesta social para mantener la gobernabilidad del sistema. La clave en política, es tratar de competir por la gente, no por el capital, aunque éste no puede dejar de estar presente si se trata de productividad y no de mera especulación, competir por la gente no es hacerlo en función del voto que pueda aportar, sino de la resolución práctica de sus requerimientos y necesidades, escuchando, no simplemente oyendo. La modernidad, la globalización, la transnacionalización cultural, las nuevas tecnologías, han transformado al hombre y le ha impuesto nuevas formas de relacionarse, a tal punto que se volvió más endógeno, más individualista y ello a mi criterio ha sido una de las trabas culturales más importantes ante los procesos descentralizadores que intentaban que cada unidad local o regional se hiciese cargo de sus propios problemas, aún más en Argentina, donde este proceso se efectúa sin transferencia de los fondos correspondientes, en muchos casos ha tornado dificultoso encarar procesos asociativos y solidarios de desarrollo local, tampoco se tuvo – en un país en crisis- en lo local, la capacidad de reconstituir el tejido dañado por fuerzas exógenas, sin la participación fundamental del Estado. La critica en mi caso, desde un punto de vista profesional y como residente de la localidad de Florencio Varela, es hacia un Estado Municipal (gobierno local) que no logra hacer descender los índices de pobreza, debido a que no genera, ni impulsa formas asociativas y solidarias de desarrollo productivo local que puedan colocar sus productos en el mercado, generen empleo y ayuden a reactivar la economía en forma sustentada, a pesar de haber implementado una incubadora de empresas con apoyo de la Universidad Nacional de La Plata, que hasta el momento arroja magros resultados. Mi aporte, es desde el campo de las ideas, al no estar relacionado al gobierno municipal y sin tener en cuenta el plano ideológico, es sugerir desde lo profesional y desde el plano político en el que estoy inserto, el diseño de un plan de gobierno local, estratégico y adecuado a la problemática de un distrito como el de Florencio Varela, donde se hace visible que el mismo no existe, cuando no se termina de resolver las cuestiones medioambientales; de la seguridad ciudadana; de la radicación de empresas productivas no contaminantes que generen fuentes de trabajo y consiguientemente empleo genuino: de la exportación de productos generados por PYMES del distrito y no por empresas de carácter multinacional; del ordenamiento vehicular y de la seguridad del transporte automotor en general; de la corrupción encaramada aún en variados ámbitos; del avance de la venta de drogas y la droga-dependencia; de la infraestructura urbana que una a todos los barrios con el área centro; de la salud y la educación en cuanto le compete al Municipio; de la cultura local y también de la problemática de género y de la integración social; de la planificación urbana[5] y territorial. El Desarrollo Humano, se complementa, con educación, seguridad, justicia, respeto por los derechos humanos en su más amplia expresión y con lugares donde el ser humano pueda participar libremente, ejercer sus derechos y gozar de sus libertades y es el Estado, tanto a nivel local, como regional o nacional el que tiene que propender a que ello sea así, por eso las cuestiones planteadas en el párrafo que antecede se convierten en fundamentales para la búsqueda de una localidad que tiene que crecer económica y culturalmente y a la vez ser generadora de identidad local, abriendo espacios de participación a toda la ciudadanía, sin distinciones de edad, sexo, religiones o ideas políticas, con el fin poder concretar proyectos de desarrollo humano que puedan ser sostenidos en el tiempo, que sirvan para ayudar a generar empleo e ir desterrando la pobreza, cuestión que se puede lograr mediante una adecuada planificación en lo local y una acertada toma de decisiones políticas.

 Jorge A. De Gioia 
 Lic. en Ccia. Política y gobierno 
 Posgrado En Políticas públicas y gobierno 
 jorgeadegioia@gmail.com 

 [1] Caso Municipio de Florencio Varela y Universidad Nacional de La Plata. [2] Plan Nacional de Desarrollo 2002-2006 –Hacia un Estado Comunitario. http://www.presidencia.gov.co/planacio/ [3] Cuadernos de Desarrollo Rural, Segundo semestre 2002, Nro. 49, Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, Colombia,”Crisis y reactivación de la capricultura en el noroeste de Córdoba (Argentina). La emergencia de un nuevo actor social. [4] http://www.mundoagrario.unlp.edu.ar/numeros/no-15-2do-sem-2007 [5]Plataforma Político Electoral, Agrupación Política “Vecinos Unidos por Varela”, Florencio Varela, Año 2011, fundado por Jorge A. De Gioia. http://wwwflorenciovarela.blogspot.com.

Publicado por Jorge Antonio De Gioia

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