sábado, 14 de diciembre de 2013

UNA MIRADA A LOS RECIENTES CONFLICTOS POLICIALES Y A LAS ACCIONES DE SAQUEOS DENTRO DEL MISMO MARCO

Lo que se pone en el centro de la escena con las protestas policiales, es un cuestionamiento al ejercicio del poder político y a las formas de hacer política en el ejercicio de ese poder, un poder que por varias horas se invirtió y quedo en manos de una sociedad desprotegida por el mismo Estado que la obligo en defensa de sus propias vidas e intereses a armarse, con la consecuencia de doce muertos y un desenlace imprevisible de haber continuado el conflicto.
Fue esta una acción destituyente, sediciosa, o más bien una maniobra para ejercer presión sobre el poder político en pro de un justo reclamo?. Ninguna de las dos primeras acciones se llevaron a cabo, no peligro la democracia, en tanto no se pidió la renuncia de ningún funcionario de alto nivel político, los reclamos se centraron exclusivamente en los aumentos salariales y en mejores condiciones laborales, solamente en algunos casos puntuales se pidió la renuncia de la cúpula policial, tratándose de una cuestión de falta de representatividad ante sus subordinados y no reconocimiento de su mando natural, lo que se cuestiona es el poder político en el ejercicio del mando. Córdoba fue el epicentro de una protesta que tiene varados componentes, uno político, donde el gobierno nacional busco la caída de un mal administrador y oponente como De La Sota, lo cual está claro con la intervención de La Cámpora en los saqueos, más allá de algunos policías que también participaron directa o indirectamente de los mismos, no previeron el efecto contagio y sus consecuencias para el gobierno nacional, sino cuando el conflicto se traslado a la Provincia de Buenos Aires, donde la policía provincial viene sufriendo reformas y contrarreformas desde hace veinte años, sin que tengan soluciones definitivas y por suerte la cintura política del gobernador Scioli paro la protesta y apago un fuego que de haberse extendido hubiese sido difícil de apagar. El otro componente es moral y tiene directa relación con una profunda crisis de valores, con el desencanto sobre el futuro prometido y con una marginalidad creciente, que se intenta tapar con el discurso diario, aunque los hechos actuales desnudan nuevamente la otra realidad. Esta claro que las fuerzas policiales no pueden parar y dejar indefensa a la ciudadanía toda, pero tienen derechos que no son reconocidos en ninguna ley, que ningún poder provincial ni nacional tuvo nunca en cuenta, a pesar de tener la obligación de buscar las formas de que estos derechos sean reconocidos y sus reclamos escuchados, mediante la generación de una norma que democratice a las mismas y no rompa la cadena de mandos, ni deslegitime a sus mandos naturales, quedando claro en treinta años de vigencia ininterrumpida de la democracia en el país, que ningún político ha asumido las responsabilidades que les dan sus cargos, ya sean ejecutivos o legislativos, para generar los cambios necesarios que lleven a esa democratización de las Fuerzas de Seguridad y Policiales tanto nacionales como provinciales, lo que hubiese evitado el actual problema y sus trágicas consecuencias en vidas humanas y daños materiales, no siendo la primera vez que sucede, ya lo vimos en 2001, 2012 y ahora, cada vez con mayor virulencia y siempre sobre fin de año, hechos previsibles de haberse tomado debida nota, incluirlo en la agenda política y darle adecuada solución. El aumento de háberes otorgado es solo un paliativo para todas las policías y llevado también a las Fuerzas de Seguridad Nacionales busca contener la protesta y evitar otros acuartelamientos que condicionarían y debilitarían aún más el poder del Estado que trata de mantener el monopolio de la fuerza para garantizar el cumplimiento de una función protectora del Estado y que no se rompe totalmente con la cadena de mando verticalista, pero asegura ante todo la gobernabilidad. Sin embargo continúa sin entenderse que esto obra como un paliativo ante una inflación de un 30% y una devaluación diaria de la moneda argentina, que conlleva perdida del poder adquisitivo del salario , lo que provoca que el problema siga latente y requiere de otras soluciones de largo plazo, donde el poder no se transforme en una herramienta de imposición o dominio, como si se tratara de esclavos a quienes se le impone algo por la fuerza, tener el poder político significa hacer un ejercicio del poder democrático, escuchar, pensar en el otro y buscar la forma de resolver las cuestiones conflictivas antes de que hagan eclosión, prever es la cuestión, esto es tener el manejo político y gobernar sobre hombres libres, lo otro es el ninguneo, la mentira, el relato que no se cumple y que finalmente mina al poder instituido y lo pone en jaque. El otro componente en los saqueos es la marginalidad social existente en muchos sectores, la delincuencia asociada al narcotráfico y la perdida de valores morales, no producto de la acción de una presidente, si no del conglomerado de actores políticos que no asumen sus propias responsabilidades para generar una sociedad mejor y se siguen mirando el ombligo poniendo las expectativas en sus propios intereses y ambiciones, robándose más de uno de ellos lo que más pueden, de las maneras más insólitas, sin poner la mirada en el otro, dejándolo en el discurso vacio y en la promesa incumplida de un mejor futuro, sin tener en cuenta que el engaño tiene patas cortas y queda al descubierto, pero a la vez genera la explosión de broncas contenidas y lleva a la destrucción no solo de bienes , si no de la propia vida que queda sin sentido al tener un futuro frustrado. Ha decaído la calidad de la democracia en nuestro país en lugar de fortalecerse, debido a que se amplió la fisura social en estos diez últimos años de gobierno, se volvió atrás en el tiempo, decayeron los valores morales y la calidad educativa, las fisuras instauradas por el discurso político penetró todos los círculos sociales incluyendo hasta la familia, donde la discordia ideológica también se hizo presente y este quiebre es el que se reflejo en las acciones de saqueo, en lugar de brindar solidaridad, el propio vecino robo el comercio donde efectuaba sus compras y se asoció a los delincuentes organizados como si fuese uno mas de ellos, no le importo ni pensó en el daño causado, ni siquiera en el riesgo para su propia vida, no se trato de una cuestión de hambre tampoco, si no de obtener por medios ilegales lo que no puedo obtener por la vía del sueldo digno y esto es parte de una marginalidad provocada por la falta de fuentes laborales dignas, de sueldos dignos y de la falta de cumplimiento sobre el futuro prometido que no esta incluido en los planes sociales, aún la clase política y gobernante argentina esta a tiempo de recapacitar y reforzar la democracia que supimos conseguir, porque ningún argentino se merece pasar lo que paso en estos días de cuasi anarquía y vacío de poder, ni tener una fiesta democrática regada con la sangre de hermanos.

 Licenciado Jorge A. De Gioia

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