jueves, 24 de diciembre de 2009

MENSAJE NAVIDEÑO DEL OBISPO STÖCKLER


Mis queridos hermanos y hermanas en Cristo: "Felices Pascuas de Navidad" les deseo en esta Solemnidad del Señor, retomando la antigua expresión de saludarse en la fiesta de su nacimiento. No solamente la Resurrección , sino también Pentecostés y Navidad llevan este título. "Pascua" significa "paso" y alude a los momentos importantes en que Dios se manifestó en la historia de su pueblo, comenzando por la liberación del pueblo judío de la esclavitud en Egipto.
Lo que conmemoramos en estos días, es el inicio del "paso" de Jesucristo por nuestro mundo. La mirada se dirige hacia Belén, la ciudad de David, donde Dios nació como hombre en la extrema pobreza entre humildes pastores. Sus padres estaban "de paso" con motivo del censo ordenado por el César, cuando "María dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque donde se alojaban no había lugar para ellos". Más precario no podía ser el comienzo de la vida de Jesús. ¡Y pensar que él era la Palabra y que "todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe"! Dios, el dueño de todo, eligió vivir entre nosotros como si nada poseyera.

Fue San Francisco de Asís quien en una Navidad pidió a la gente de Greccio, que trajeran un asno y un buey, y que una mujer prestara su hijito endeble, y que los vecinos vinieran con sus instrumentos musicales para representar la cueva de Belén con los pastores y los ángeles. El santo diácono entonó con voz sonora el evangelio del nacimiento de nuestro Señor; y a la luz de antorchas se quedaban pasando la noche cantando la llegada del Salvador. Con esta celebración notable en el año 1223 comenzó la costumbre de preparar pesebres en nuestras casas y en nuestras iglesias. Les deseo, cuando llega la Noche buena, que la contemplación de Niño Dios despierte en sus familias sentimientos de ternura y bondad, y les ayude a comprender que lo importante no está en la ostentación de poder y riqueza, sino en la sencillez y el amor. Si estamos atentos al paso de Dios, los corazones y el ambiente se transforman.

Pido no se olviden de rezar delante del Niño Dios también por la comunidad de nuestra Iglesia quilmeña y su Pastor, para que nuestro pueblo pueda descubrir el paso de Dios por su vida.

Los bendigo de corazón.

Luis T. Stöckler

Obispo de Quilmes

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